jueves, 10 de abril de 2014

Cuento del " Secreto del calamar Tinta"

La semana pasada estuvieron en clase algunas familias que se han apuntado al Plan de Familias Lectoras. Los niños y niñas de clase se inventaron un cuento con la colaboración de los padres y madres. Aquí tenéis, de momento, el resultado del cuento. CUENTO DEL CALAMAR TINTA Había una vez un pez mediano llamado Nemo. Un día apareció un delfín y como lo vio triste se puso a hablar con él. - Hola pececito, por qué estás tan triste. - Estoy triste porque no tengo amigos ni amigas. - No te preocupes que yo a partir de ahora estaré contigo. Yo me llamo Flopi. - Yo Nemo. Desde ese momento el pez Nemo se sentía muy feliz y contento porque tenía un amigo Delfín. Jugaban y reían todos los días. Una mañana vieron a una tortuga y un cangrejo que estaban muy asustados y decidieron acercarse para preguntarles: - Hola amigos, dijo Nemo. - Qué os pasa que estáis tan asustados, dijo Flopi. - Que hemos visto una calamar gigantesco, dijo Valentina la tortuga. - Y creemos que nos quiere comer, dijo el cangrejo Almejo. - No os preocupéis que estamos juntos y no pasará nada, dijo Nemo. De repente salió el calamar de unas plantas que había al lado de nuestros amigos. Todos corrían para un lado y para otro esquivando al calamar Tinta. Cuando casi había alcanzado al cangrejo Almejo éste se dio la vuelta y pinchó al calamar Tinta desmayándose. El calamar echó una gran cantidad de tinta y desapareció. Todos acabaron manchados, sólo se les veía el blanco de los ojos. Estaban asustados porque no entendían qué había pasado y porqué el calamar desapareció sin dejar rastro. Se preguntaban si sería un mago malo. - Qué os pasa les dijo un pez espada que pasaba por allí. Me llamo Pincho les dijo el pez espada. - Nos persigue un calamar gigante y ha desaparecido de repente. Dijeron todos a la vez. - Mirad allí, que concha más extraña. Dijo Flopi. - Yo no me acerco no vaya a estar allí el calamar. Dijo Valentina la tortuga. - No pasa nada de nada veréis, acercaros. Dijo Pincho, el pez espada. Todos se acercaron, un poco precavidos por si aparecía de repente el calamar Tinta. Pero de pronto y muy despacio salió un cangrejo ermitaño - Uooo, saltaron todos hacia atrás. - ¡Qué pasa aquí!, ¡ qué escándalo es este que no me dejáis dormir!. Dijo el cangrejo perplejo. - Poco a poco se volvieron a acercar para verla más cerca y la tortuga Valentina suspiró. Pero si es Petronila, la cangrejo ermitaño. - Petronila es la vendedora de una gran tienda de ropa de cangrejos que está al lado del quiosco de chuches de Pincho el pez espada. Dijo Nemo feliz. - Todas las mañanas compramos el pan para los bocatas del cole en el quiosco de Pincho. Dijo Flopi. - Ahora tendréis que encontrar a la sirena Mireya que os dirá dónde podéis encontrar al calamar Tinta y descubrir vosotros mismo su secreto. Dijo Petronila la cangrejo ermitaño. Mientras tanto, el calamar Tinta, que vivía en una cueva, estaba feliz comiendo cola cao con tostadas. La cueva era oscura, tenebrosa, y había arañas flotando. El calamar tenía en su cabeza una araña flotando. Buscaron a la sirena Mireya y sin hacer ruido entraron en su casa. Estaba toda llena de corales de colores, luminosos y brillantes. Y ahí estaba la sirena, peinando con cuidado sus largos cabellos rosas. - Que pasa- Dijo la sirena con voz calmada y suave. - El calamar Tinta nos ha pintado la cara y escapó haciendo magia. Dijo Nemo - El calamar Tinta guarda un secreto en su cueva. Vosotros tendréis que descubrirlo. Su casa está en el lado derecho del mar, tras unas rocas negras. – Dijo la sirena Mireya. - Pero el calamar Tinta nos da mucho miedo, es muy grande. Dijo Flopi el delfín. - Sois los únicos que podréis descubrir su secreto porque sois buenos amigos y os vais a ayudar mucho entre vosotros para conseguirlo, no temáis. Dijo la sirena Mireya. - Lo intentaremos pero no creo que lo consigamos dijo Pincho el pez espada. Buscaron por todos lados la cueva negra del calamar Tinta pero en el camino se encontraron con un barco pirata gigante que no los dejaba pasar al otro lado. Entraron en el barco y se encontraron con una morena y bebés morena. - No os preocupéis amigos. – dijo Pincho el pez espada. Con mi espada romperé el mástil del barco y conseguiremos pasar al otro lado. Cuando consiguió por fin, cortar el mástil del barco ahí estaba mirando fijamente un pez globo que, al ver al pez espada, comenzó a engordar y engordar hasta que le salieron pinchos. De uno de los pinchos le salió una nariz que olió y olió hasta que le llegó el olor de unas tostadas. - Lo encontré, seguidme, no os paréis, antes que me desaparezca mi nariz. Dijo el pez globo Cristina. - Vamos, vamos, no paréis. Dijo la tortuga Valentina. - Cuidado con esas rocas, son peligrosas. Dijo el pez globo Cristina. Ya estamos muy cerca. A lo lejos vieron la cueva negra del calamar Tinta. Cuando llegaron vieron que era imposible entrar porque había una piedra gigante que taponaba la entrada. - Voy a intentar entrar por alguna ranura de la puerta. Sugirió Petronila la cangrejo. Pero por más que miró y buscó no encontró ni un solo sitio por donde entrar. - Es imposible. El calamar Tinta sabe muy bien cómo proteger su casa. Dijo Nemo - Pues inténtalo tú- Le dijo Valentina a Pincho. - Vamoooooos, tú puedes- gritaba Nemo - Vengaaaaaa. Que se mueva la piedra. Decía entusiasmado Nemo. - Ya no puedo más, no tengo fuerzas, estoy demasiado cansado para seguir intentando abrir la cueva con mi espada. Dijo Pincho el pez espada. - Esto no lo consiguiremos, jamás podremos quitar esa piedra gigante. Dijo Almejo el cangrejo. - No, noo, eso nunca. Hay que seguir intentándolo. Entre todos buscaremos una solución. Dijo Valentina la tortuga. - Ya está, ya sé qué podemos hacer. Dijo Nemo.- Llamemos a la sirena Mireya, quizás ella quiera todavía ayudarnos. La sirena Mireya les aconsejó que llamaran a un pez grande y fuerte que intentara quitar la piedra de la cueva - Llamemos a la ballena Selena. Dijo Pincho - No, llamemos mejor a la foca Mª Sol. Dijo Nemo - Y porqué no llamamos mejor a la orca Mola. Ella es muy grande y fuerte y hace tiempo que buscaba también la cueva de Tinta el calamar. Así fue como llamaron a Mola la orca que le explicaron qué sucedía y allí se presentó para ayudar. - Voy a golpear con mi cola la piedra y veréis como la haré mil pedazos. Dijo Mola la orca. Pero nada, era imposible, no había quién quitara la piedra de la puerta de la cueva. Dentro seguía tan feliz Tinta que limpiaba con cuidado todo el oro que tenía escondido, las piedras, coronas y diamantes. Estaban desesperados hasta que, sin darse cuenta, Petronila consiguió meterse por una casi invisible ranurita que había en la parte de debajo de la piedra. Una vez dentro encontró una palanca que al darle abrió la piedra que tapaba la cueva de Tinta. Al otro lado, atónitos, se veía las caras de todos los amigos que se habían reunido allí para entrar. - Pero como puede ser, lo has conseguido Petronila, gritaba eufórico Nemo. - Silencio amigos, no gritéis, que estamos en la casa de Tinta, nos va a escuchar y acabará con nosotros. Nos echará tinta, nos paralizará y nos comerá uno a uno. Dijo Cristina el pez globo. - Despacio, sin hacer ruido, avancemos por ese pasillo. Dijo Almejo el cangrejo. - Pero si no vemos ni torta. Dijo Flopi. - Y para qué sirve trabajar en mi quiosco. Explicó Pincho mientras sacaba de una de sus aletas unas linternas. - Enciéndelas, corre, apresuró Mola la orca. - que no soporto la oscuridad. Cuando avanzaron un poco se encontraron con dos túneles que tenían dos números cada uno. Al fondo de uno de los túneles se veía algo brillante que les llamó la atención. - Hay que repartirse mejor. Dijo Nemo - Unos que cojan por el túnel número 1 y otros por el 5. Dijo Flopi - Vamos a repartirnos. Dijo Valentina la tortuga. - Yo iré con Mola, Valentina y Nemo. Dijo Pincho por el túnel número 1 - Pues el resto caminemos ya por el túnel 5, vamos. Dijo Petronila. Así lo hicieron. Se repartieron en dos grupos. Los que cogieron por el túnel del número 1 de repente les apareció Tinta que comenzó a lanzar chorros y chorros de tinta. Todos corrieron y corrieron para que no les alcanzara la tinta negra y espesa que echaba Tinta. De repente la tinta se convirtió en naranja y los amigos corrían aún más sorprendidos. - Cómo puede ser. Dijo Nemo. - Echaba tinta naranja. Será peligrosísimo seguro. Dijo Mola. - Tenemos que avisar a los demás, no podemos tardar, no sea que los encuentre Tinta. Dijo Valentina. Por el camino del túnel los 4 iban gritando llamando a los demás amigos. Cuando los encontraron les explicaron lo que había pasado. Ahora iban despacio observando cada rincón de la cueva por si aparecía otra vez de repente Tinta. Consiguieron llegar al final del túnel 5 y allí estaba, un gran tesoro. Brillaba tanto que hacía daño hasta en la vista así que Pincho sacó de sus aletas unas gafas de sol para cada uno. - Os recuerdo que tengo una tienda de chuches al lado del cole y allí tengo todo lo que le puede gustar a los pequeños. Dijo Pincho - ¡Esto es impresionante!. Dijo Cristina. - Con todo este tesoro no pasará hambre nadie en el pueblo. Dijo Petronila. - Podremos construir un cole nuevo. Dijo Nemo. - Y también un cine para la juventud o un lugar para tocar música y divertirse. Dijo Mola. - Podremos hacer un parque maravilloso para los más pequeños. Dijo Almejo. - Pero porqué Tinta no ha compartido este tesoro con el resto del pueblo. Dijo Flopi. - Alguna razón tendrá seguro. Dijo Nemo. - Intentaremos averiguarlo para ayudarle. Dijo Valentina. Mientras cogían monedas y otros tesoros para ayudar al pueblo vieron unos frigoríficos gigantes. - Qué habrá ahí dentro. Dijo sorprendido Almejo. - Abramos con cuidado , no vaya a ser peligroso. Dijo Flopi. - Yo lo abriré, no os preocupéis. Dijo Mola. - No, lo abriré yo. Dijo Cristina. Soy más pequeño y me puedo asomar si abro un poquito la puerta. Y así fue como lo hicieron. Cristina abrió con mucho cuidado la puerta de uno de los frigoríficos gigantes y allí apareció guardado, con cuidado botellas y botellas de fantas de naranja. - ¡Noooooo!. Gritó Tinta. - ¡Tinta!, exclamó Nemo. - No nos hagas daño, nosotros sólo queremos ayudar al pueblo que tanta hambre está pasando. Dijo Flopi. - Podríamos hacer buenos colegios y lugares para la juventud. Dijo Valentina. - Y parques para los niños y niñas. Dijo Almejo. - ¡Nooooo!. Volvió a gritar Tinta. Y de repente comenzó a llorar como un niño. Estaba preparando un juego de magia. Con la fanta estaba intentando que mi tinta de repente se convirtiera naranja y así hacerme famoso. Me quedé sin trabajo y no sabía qué hacer para no pasar hambre. La gente me ayuda pero quiero trabajar. Y lloraba y lloraba desconsoladamente. - Pero y ¿ todo ese tesoro que tienes ahí?. Dijo Petronila - Ese tesoro es del barco pirata que habéis visto antes. Se hundió hace unos días y con ese oro podría comprar trajes especiales para hacer mi truco de magia convirtiendo mi tinta en color naranja. - Mira Tinta, se me ha ocurrido una idea. Dijo Nemo. Con ese oro podremos dar trabajo y de comer a todo el pueblo si tú quieres. Construir edificios, hospitales, y un lugar especial donde poder escuchar conciertos los jóvenes y tú hacer tus trucos de magia con trajes especiales y todo lo que necesites. - No se me había ocurrido nada de eso. Dijo Tinta dejando de llorar y mirando a todos los animales que estaban allí con él. Yo siempre he estado muy solo pero me gusta esas ideas. - No te preocupes Tinta, sé cómo te sientes. Dijo Nemo. Yo también estaba muy solito hasta que encontré a Flopi y los demás. - Ahora si tú quieres puedes ser nuestro amigo también. Dijo Petronila - Y ayudarte cuando lo necesites. Dijo Almejo. - Si, me gustaría mucho. Dijo Tinta. Hagamos todas esas cosas buenas para el pueblo. - ¡Bieeeeeeeen!. Gritaron todos abrazando a Tinta. Y así fue como se descubrió el secreto de Tinta y el pueblo poco a poco tuvo escuelas, parques, hospitales, cine, lugares para la juventud donde cantar, aprender pintura, poesías, hacer teatro y sobre todo Tinta su gran espectáculo de magia y fantasía rodeado de grandes amigos y amigas. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

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